Durante la semana pasada te contamos en esta nota las claves del programa Total Performance que Ford ideó en el automovilismo durante la década del sesenta para ganar, sea como sea, los principales campeonatos de automovilismo del mundo. La historia en la Fórmula 1 fue algo con lo que la marca quizás no soñaba, pero vio la veta con su socio Cosworth. Inicialmente el plano estaba enfocado en carreras míticas europeas, una de ellas las 24 horas de Le Mans. 

Desde la marca buscaban una popularización en materia automovilística, que llevó a hacer competir en algunas pruebas a vehículos americanos, tal el caso del Falcon en otra prueba mítica, como lo era el Rally de Montecarlo. Sin embargo la firma americana también buscó llegar al mundo de los prototipos, siendo las 24 Horas de Le Mans la principal fecha del calendario. 

Para ello debía asociarse a alguna marca experta en esta materia, y Ferrari había sido amo y señor durante las últimas ediciones de manera aplastante. No había un competidor para la marca del cavallino rampante, que a su vez generaba un halo de mística en sus seguidores. A sabiendas que las finanzas de la compañía no eran las mejores, Ford se propuso comprar Ferrari. 

Ford y sus ganas de ganar Le Mans

En primera instancia la oferta de los americanos era superadora, y para Ferrari se convertía en una solución inmediata a sus problemas financieros. Sin embargo, y luego de prácticamente aceptar la oferta, Enzo Ferrari declinó la venta debido a que la marca del óvalo tendría de allí en más control sobre su equipo de competición, algo que «il commendatore» no quería dejar en manos de los norteamericanos. 

La decepción de Henry Ford II, por entonces líder de la compañía fundada por su abuelo, generó una rivalidad intrínseca hacia la firma de Maranello: esa decepción debía pagarse de la manera más dolorosa posible para Ferrari, y eso era siendo superados por una marca americana en las 24 Horas de Le Mans. De allí en adelante, el programa Total Performance ya no era el principal objetivo: el mismo se había convertido en ganarle a la marca italiana por sobre todas las cosas.

En 1964 Ford se puso a trabajar en el Ford GT40, un modelo concebido a partir de un chasis inglés de la firma Lola, aunque dotado con motor V8 norteamericano. En la primera participación los GT40 no llegaron a línea de meta, e incluso fueron superados por los Shelby Daytona Coupé, que también empleaban motores Ford y se construían en los Estados Unidos. 

Carrol Shelby: artífice de Ford en Le Mans

Eso hizo que Carrol Shelby se haga del proyecto Le Mans, y que la firma del óvalo se dispusiera a invertir quizás la mayor cifra monetaria de la historia en el automovilismo mundial hasta entonces. En 1965 el GT40, esta vez modificado por Shelby y dotado con motor de 7 litros en reemplazo del 4.7 previo, tampoco logró llegar a la meta, aunque el auto en sí resultaba más rápido. La durabilidad aún era un problema, principalmente en materia de frenos, debido al elevado peso del auto, y la velocidad que desarrollaba previo a cada frenaje. 

Finalmente en 1966 Ford se dio el lujo de ganarle a Ferrari en las 24 horas de Le Mans. Fue con un inolvidable 1-2-3, que incluso se festejó pasando con los tres vehículos por la línea de llegada. La supremacía del prototipo de Ford fue arrolladora en aquella temporada, algo que incluso desanimó a Ferrari. La carrera fue ganada por la dupla de Bruce McLaren y Chris Amon, superando a Ken Miles y Denny Hulme. Tercero llegaron Ronnie Bucknum y Dick Hutcherson, con un GT40 MKII alistado por Holman & Moody.

El constante desarrollo de Shelby y Ford hizo que en 1967 una evolución del GT 40 ganara nuevamente la carrera, esta vez en manos de A. J. Foyt y Dan Gurney. En 1968 el GT 40 volvía a la victoria, pero esta vez con un equipo inglés (JW Automotive Engineering) y de la mano del Mexicano Pedro Rodriguez y Lucien Bianchi. Se trataba de una serie previa del mismo auto, dotado con motor de 4.9 litros. Ese hito lo repitieron en 1969 Jacky Ickx y Jackie Oliver con un vehículo similar.

Luego de la supremacía de Ford, Ferrari no pudo reincorporarse de una manera decorosa, ya que Porsche tomaría el mando de la máxima categoría. Se trató de una inversión sideral, que si bien costó llevar a cabo, finalmente se alzó con un objetivo que quedó grabado en la historia del automovilismo mundial. 

 

 

Por René Villegas

Periodista y fanático de los autos y el automovilismo desde que tengo uso de razón. Colaboré en las revistas Auto Plus y Parabrisas, y desde 2019 edito Motorweb Argentina.

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