En la década del sesenta Ford entendía que para llegar a gran parte de las casas alrededor del mundo debía ser a través de la competición. Para ello creó un programa que denominó “Total Performance” y que estableció estar presente en cada uno de los campeonatos de automovilismo más importantes del mundo.

Surgieron así diversas soluciones que iremos dividiendo en partes, para entender lo que significó este programa específico de la automotriz. Las partes serán Formula 1 (en este informe=, Le Mans y Argentina. La primera que detallaremos es la campaña del motor Cosworth, la firma que gracias al aporte de Ford terminó ofreciendo el más ganador de la categoría reina.

En las notas siguientes, que iremos publicando los próximos domingos, nos centraremos en los campeonatos de resistencia, en la que se establecía ganar en las míticas 24 horas de Le Mans. El último capítulo no está relacionado directamente al programa Total Performance, pero en Argentina se replicó con un fuerte apoyo de la terminal al automovilismo local, ya que incluso modificaba sus propios modelos en la planta de General Pacheco.

Fórmula 1

A inicios de la década del sesenta la Fórmula 1 vivía un cambio generacional, principalmente dado por los motores, pero que convergía también en la adecuación a chasis más grandes, capaces de soportar mayores potencias. En ese nuevo reglamento Ferrari sería amo y señor, sin un competidor que podía hacerle frente.

En Estados Unidos la marca del óvalo miraba al público joven: sus necesidades y gustos, de cara a lo que sería el futuro del automóvil, pero no solo en su país de origen: Ford quería que la marca sea conocida por sus triunfos también en Europa. Se trataba de un terreno fértil, ya que muchos autos de fórmula estaban equipados con motores de origen Ford.

En realidad la base estaba en los motores Ford de producción, que Cosworth adecuaba por bajo costo y los distribuía entre diferentes categorías. A través de los años la relación entre Ford y Cosworth iba ganando importancia, como así también los aportes de capital para nuevos desarrollos, que en muchos casos iban a parar a vehículos de producción en serie: entre ellos los motores de doble árbol de levas a la cabeza, con 16 válvulas.

Cosworth, con el objetivo de Ford

A mediados de la década del sesenta Cosworth le propuso a Ford construir un motor para el nuevo reglamento de Fórmula 1. En pleno auge del programa “Total Performance” que un motor lleve la denominación Ford en la máxima categoría del mundo era más que bienvenido. Partiendo de dos motores Cosworth FVA (un 1.8 litros empleado en un Ford Cortina de serie) se creó un V8 con V a 90°, que producía más de 400 caballos de fuerza.

El resultado llevó inicialmente el nombre Cosworth DFV (Double Four Valve) y se trató de una obra de ingeniería, no solo por su eficiencia, sino también por la forma en la que se lo fabricaba: era económico de producir como un motor en serie, y con durabilidad, algo que no todos los motores de competición por entonces contaban. Además el mismo block, que era lo realmente nuevo del motor, conformaba parte de la estructura de los autos, que debían ser fabricados a partir de él.

Si bien no era tan potente como un V12 como el que empleaba Ferrari, la realidad indicaba que era liviano, y que además permitía, debido a su concepción, lograr un mejor reparto de pesos entre ambos ejes, con una óptima rigidez torsional.

La idea de Cosworth era suministrar esa mecánica, económica de producir, para darle la posibilidad a los pequeños “constructores de garages” de competir en la máxima categoría del mundo, a un costo reducido. Y no solo eso, sino también darle la posibilidad de ganar.

El éxito del motor DFV fue rotundo: ganó en su primera carrera con un Lotus en 1967, y logró varios campeonatos seguidos. En la década del setenta incluso era empleado por casi toda la categoría, exceptuando a Ferrari. Eso convirtió a la Formula 1 en una categoría más económica, pero a la vez en cierta forma algo más primitiva, debido a que no se necesitaba demasiada ingeniera para contar con un auto ganador.

La llegada de la era turbo condenó al Cosworth DFV, que igualmente se mantuvo con evoluciones permanentes hasta entrada la década del noventa, con los DFY y DFZ. En su historial figuran 167 victorias en 20 años, un record que será muy difícil, o imposible, de superar.

Por René Villegas

Periodista y fanático de los autos y el automovilismo desde que tengo uso de razón. Colaboré en las revistas Auto Plus y Parabrisas, y desde 2019 edito Motorweb Argentina.

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