A fines de 1985 BMW presentó al mundo a su berlina deportiva M3, y decimos berlina porque por entonces fue desarrollado sobre la generación e30, que estaba disponible con carrocería sedán de dos o cuatro puertas. Por aquel entonces su desarrollo fue pura y exclusivamente para homologar un modelo en el Grupo A, que pudiese competir de igual a igual con el Mercedes-Benz 190 E 2.3 16, principalmente en categorías de autos de turismo, como el DTM, o Campeonato Alemán de Autos de Turismo. 

Por entonces la Federación de Automovilismo (hoy FIA) exigía un mínimo de unidades fabricadas en 12 meses de 5.000 ejemplares. Para ese entonces BMW contaba con la intención de ampliar su división deportiva, que un año antes había develado al BMW M5. Sin embargo el M3 lanzado como año/modelo 1986 fue el producto que terminó por identificar a la división Motorsport como lo es hoy en día. 

El auto en cuestión fue desarrollado y concebido con el propósito de ganar en las pistas, y es por eso mismo que contaba con varias soluciones únicas. Entre ellas frenos delanteros ventilados internamente, o caja de cinco marchas con la primera a la izquierda y hacia atrás, para reducir el tiempo de paso de las marchas superiores. 

BMW M3 e30: de las calles a las pistas

Otro detalle que no podía pasarse por alto estaba en el diseño de varios de sus componentes externos. Quizás el más llamativo era el alerón trasero de gran tamaño, pero que además adoptaba diversos apliques laterales (sobre el parante C) o sobre la tapa de baúl, para optimizar la respuesta aerodinámica. 

Con el mismo propósito de desarrolló el spoiler frontal o los faldones laterales, aunque todo esto con otro factor no menos importante: el bajo peso de estos elementos se tuvo en cuenta desde un principio, al fin y al cabo eran claves para un auto de carrera. 

Las suspensiones a su vez fueron puestas a punto para obtener un manejo contundente, y que además pudiesen ser alineadas de múltiples maneras de acuerdo al circuito, sin que ello traiga mayores sorpresas en el manejo. A su vez disponía de un diferencial trasero autoblocante con bloqueo al 25%, lo que le permitía acelerar sin defectos y de una manera sólida al salir de las curvas.

Un Motorsport de cuatro cilindros

En cuanto a la mecánica BMW Motorsport trabajó en un conocido motor, pero que no era propio de modelos de producción. Se trataba de un cuatro cilindros de dos litros que la firma empleaba en sus autos de Fórmula 2, pero que fue debidamente civilizado para un producto de uso citadino.

Aquel motor fue llevado hasta los 2.3 litros, siendo capaz de orillar los 200 caballos de fuerza. Podría girar 6.750 rpm, aunque desde la firma habían probado su resistencia hasta las 10.000 rpm, por lo que se trataba de una pieza confiable para un uso en competencia al máximo nivel. La variante original alcanzaba los 235 km/h de velocidad máxima, y lograba el 0-100 km/h en solo 6,7 segundos.  

Posteriormente tuvo algunas mejoras, junto a ediciones especiales que elevaron la potencia o alguna de sus características, pero en líneas generales se mantuvo con pocos cambios hasta 1990. En las pistas, el M3 se llevó dos campeonatos de DTM, uno en la temporada de 1987 de la mano de Eric van de Poele, mientras que en 1989 el que repitió fue Roberto Ravaglia. 

Si bien BMW podría haber optado por un motor seis cilindros en línea, esto no hubiera sido lo adecuado para un auto de competición, motivo por el que el e30 fue el único M3 de la historia con un motor de 4 cilindros. Es que de allí en más, ninguna otra generación fue concebida con el propósito de correr al máximo nivel en las pistas como lo fue el iniciador de esta zaga que marcó una época del automovilismo en Europa, y a miles de fanáticos de los autos alrededor del mundo. 

Por René Villegas

Periodista y fanático de los autos y el automovilismo desde que tengo uso de razón. Colaboré en las revistas Auto Plus y Parabrisas, y desde 2019 edito Motorweb Argentina.

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