En 1982 Mercedes-Benz lanzó al mercado mundial al W201, o mejor conocido como 190. Una berlina que estrenaba para la marca alemana un nuevo segmento: el de las berlinas de mediano-grandes, que en sus generaciones siguientes serían conocidos como Clase C. Con el 190 Mercedes-Benz buscaba un público no tan maduro, y precisamente éste auto era un ejemplo de modernidad. Pero para acrecentar esos dotes se necesitaba una versión específica: y ese fue el 2.3-16, que se estrenó en 1984 a través de una carrera considerada Race of Champions, potenciando a Ayrton Senna como una estrella. 

Para el desarrollo del 190 E 2.3-16 había participado ni más ni menos que Cosworth, potenciando el motor con una tapa de cilindros de 16 válvulas, elevando la potencia hasta los 185 caballos de fuerza. La firma alemana entendió que para promocionar su nuevo modelo deportivo debía hacer una carrera, y desde Mercedes-Benz se propusieron algo que hoy suena imposible: invitar a la mayor cantidad posible de campeones de Fórmula 1, competidores actuales y nuevas promesas del automovilismo mundial.

Por temas contractuales, actualmente hubiera sido bastante difícil poder lograr un objetivo semejante. Pero en 1984 era posible, donde todo era un poco más improvisado. La cita para la carrera fue el 12 de mayo, día en el que el circuito de Nürburgring estrenaba modificaciones, luego de tres años de haber permanecido en refacciones. Pero había un inconveniente: para esa fecha aún no se había iniciado la producción en serie del 190 E 2.3-16.

Mercedes-Benz 190 E 2.3-16: el auto que ayudó a Senna

Para solucionar el inconveniente, Mercedes-Benz mandó a construir 20 unidades de ésta versión fuera de la línea de montaje. Paralelamente, realizó leves cambios en cada uno de los autos, entre ellos, incorporándoles butacas de competición y jaula antivuelco, corta corriente interno, sistema de escape deportivo, suspensión rebajada en 20 milímetros y una relación de diferencial acortada, para contar con mejor aceleración en las partes trabadas del circuito. De los veinte ejemplares, diez se pintaron de color plateado, mientras que la flota restante fue de color negro. 

La lista de pilotos incluyó a popes del automovilismo mundial, siendo la carrera con mayor cantidad de campeones de Fórmula 1 de la historia, midiéndose además entre todos de igual a igual, ya que competían con la misma herramienta. Los veinte pilotos elegidos fueron Alan Jones, Alain Prost, Ayrton Senna, el argentino Carlos Reutemann, Elio de Angelis, Denny Hulme, Hans Hermann, Jack Brabham, Jacques Laffite, James Hunt, Jody Scheckter, John Watson, John Surtees, Keke Rosberg, Klaus Ludwig, Manfred Schurti, Niki Lauda, Phil Hill, Stirling Moss y Udo Schutz.

Race of Champions: la carrera que destacó a Ayrton Senna

Previo al día de la carrera, la clasificación fue ganada por Alain Prost, seguido por Carlos Alberto Reutemann y tercero Ayrton Senna. Por entonces, Ayrton tenía tan solo 24 años, y había debutado ese mismo año en Fórmula 1, al mando de un Toleman, con el que rápidamente se había destacado en la pista. A pocos meses de iniciado su periplo en la máxima llegó el llamado de Mercedes-Benz para competir en la «carrera de campeones».

Pero Ayrton no solo sorprendió en la clasificación, sino que en la carrera tomó la punta rápidamente. Niki Lauda que había largado desde atrás por no haber logrado una buena vuelta de clasificación, alcanzó a Senna promediando la carrera, y agarró la punta, que se intercambiaron en un par de ocasiones. Aquel día en la pista había 120 mil espectadores. 

Pero la frialdad del por entonces novato fue más allá, y esperó hasta los momentos culmines para realizar una maniobra al milímetro. Finalmente, ganó la “Race of Champions” por poco más de un segundo sobre Lauda, ingresando ese mismo día entre los grandes del automovilismo, a pesar de que competía con un auto prácticamente de calle. 

Por la victoria Mercedes-Benz le regaló a Ayrton un 190 E 2.3-16 de producción, mientras que la unidad que utilizó el piloto paulista aquel día en Nüburgring fue enviado al museo de la marca en Stuttgart. El auto de Lauda fue vendido a un coleccionista, siendo los dos únicos que se conservaron, según lo que declaró la marca alemana en su momento.

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Por René Villegas

Periodista y fanático de los autos y el automovilismo desde que tengo uso de razón. Colaboré en las revistas Auto Plus y Parabrisas, y desde 2019 edito Motorweb Argentina.

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