Como muchos sabrán, la historia de Fiat no comenzó relacionada al mundo de los autos para un uso civil, sino más bien que en poco tiempo se convirtió en un monstruo industrial, capaz de producir desde autos, hasta maquinaria agrícola, motores para aviones, trenes e imponentes vehículos de carrera. La historia de la marca italiana también se relaciona con Inglaterra, debido a que allí se llevaron a cabo algunos desarrollos que quedaron guardados en la rica historia de la marca. 

Hace algo así como cien años atrás, muchos jóvenes de familias nobles inglesas tenían una billetera abultada, pero también se sentían sedientos gloria y aventura tras haber servido en la Primera Guerra Mundial. Esa fue una de las razones para que Ernest Eldridge creó, sin querer, una leyenda del automovilismo mundial. El llamado Fiat Mefistofele logró batir varios récords mundiales en 1924, que incluso un par de ellos siguen vigentes 97 años más tarde.

La historia cuenta que Eldridge tuvo su primeros contactos con un automóvil durante la misma guerra, principalmente como conductor de ambulancias. La experiencia de vivir al límite le dejó grandes pasiones: la aviación y los deportes del motor.

Una bestía: Fiat Mefistofele, el demonio de la velocidad

En el segundo aspecto tenía un objetivo claro: establecer un récord de velocidad capaz de permanecer en el tiempo. En aquel entonces se los denominaba como «gentlemen drivers», siendo en muchos casos estos entusiastas de la velocidad ellos mismos quienes trabajaban para construir sus propios autos modificados, aunque sin una clara conciencia de ingeniería: más bien todo era a prueba y error.

En 1921 Eldridge conformó un automóvil que, gracias a un motor de 240 CV procedente de un avión, fue capaz de alcanzar los 150 Km/h. Pero eso estaba muy lejos de ser suficiente para él. Su objetivo era el de mejorar cualquier marca conocida, por lo que adquirió un Fiat SB4 de 1907, que había sido un chasis de un auto carreras de la época. Sin embargo, le adaptó un motor Fiat A.1 de seis cilindros en línea y 21.7 litros de cilindrada, que años antes había sido vanagloriado en la Primera Guerra Mundial, pero en aviones, claro está.

Luego de perfeccionar el motor e implantarlo en el chasis del auto de carrera, debió adaptar una nueva carrocería que pueda admitir semejante bestia mecánica en el frontal. Para ello utilizó partes de un colectivo londinense que había sido desafectado tras un accidente.

Fiat Mefistofele: nacido como un capricho

En 1924, el imponente automóvil podía desarrollar 350 caballos de fuerza a 1.800 revoluciones por minuto, produciendo un ruido infernal, que emanaba desde las entrañas del motor de seis cilindros. Esa estruendosa carta de presentación le sirvió para ser bautizado como Mefistofele, un nombre ligado a un demonio, o a un subordinado de Satanás.

El objetivo de Eldridge era completar el record de velocidad, prueba que debía realizarse en Francia, y en la cual Delage tenía demasiado interés en ganar. En julio de 1924 en la Route Nacionale 20, ambos automóviles se batieron a duelo. El Delage V12 tenía una cilindrada de 10,5 litros, es decir casi la mitad del Fiat, pero rendía igualmente unos 350 caballos, debido a su tecnología algo más fina.

Inicialmente el Fiat Mefistofele alcanzó los 230,55 km/h sobre una ruta de tierra, siendo un record mundial por entonces. Sin embargo, el piloto del Delage, René Thomas y ganador previamente de las mismísimas 500 millas de Indianápolis, reclamó que el vehículo de Eldridge no contaba con marcha atrás, algo que era obligatorio. Eso significó perder el duelo, que al día siguiente fue igualmente mejorado por el Delage, que alcanzó los 230,63 km/h.

Pero Eldridge no se quedó atrás, y con la ayuda de un herrero local logró realizarle al Mefistofele un sistema de inversión de marchas, con el que podía circular hacia atrás por sus propios medios. El 12 de julio de ese mismo año saboreó la revancha, alcanzando los 234,98 Km/h, una cifra que le haría entrar en la leyenda. Lo es actualmente, ya que luego de eso se prohibieron los récords de velocidad en rutas abiertas, por lo que actualmente, la marca del Mefistofele de 1924, aún figura como vigente.

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Por René Villegas

Periodista y fanático de los autos y el automovilismo desde que tengo uso de razón. Colaboré en las revistas Auto Plus y Parabrisas, y desde 2019 edito Motorweb Argentina.

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