Alan se crió en un pueblo de 300 habitantes, al norte de la provincia de Santa Fe. Flor de Oro es la localidad, y en el interior de la misma, en plano campo, un Alan de solo 7 años de edad comenzaba a soldar y cortar metal con las indicaciones de su padre y el apoyo de su madre. Criado en un entorno agrícola, realmente en el medio del campo, Alan quedo fascinado cuando vio la película TITANIC, de James Cameron. Eso lo motivo a construirse el mismo y a mano, un modelo a escala del barco, aunque con algunas licencias. Usando tiritas de madera, sobrantes de un machimbrado de un cielorraso que estaban haciendo en el pueblo, Alan comienza la aventura de construirse sus propios juguetes sus propios entretenimientos.

El Titanic parece que no fue muy fidedigno, pero fue el puntapié para u niño que parece ya muy determinado a lograr con su ingenio y su habilidad manual varios chiches hasta llegar al Torino en escala 1/6 que está construyendo y armando hoy en día y que sorprende al mundillo local del modelismo. Y que no es cualquier Torino, pero eso lo veremos más adelante.

Nuestro joven artesano siguió construyendo cosas: a los 12 años se armó un monopatín, motorizado con un motor Zanella 70. Y siguió con un Arenero a los 13. Luego hizo otro, y ya a ese le metió una caja de velocidades con reductora. Pudo venderlo y encarar la construcción de un tercero, que ya con 16 años de edad, que pensaba motorizar con un propulsor Honda de 400cc. Finalmente el motor no lo consiguió y  termino  por adaptar el chasis para el motor 0km que si consiguió, un 150. Luego de del segundo arenero, construyó también su primera moto, desde cero, con cuadro y todo, cachas de fibra de vidrio, hasta el tanque de nafta fabricó con sus propias manos.

Alan es un entusiasta de fabricar cosas y lo que no sabe, se las ingenia para aprender ya desde chico. Se muda a la ciudad de Avellaneda, al norte de Santa Fe y al comenzar el secundario ya toma pedidos para pintar bicicletas, restaurar motos, customizarlas desde los 16 años. En esa época del secundario ya se va forjando la idea de que irá a Córdoba, a estudiar diseño industrial en la universidad.

Alan es un apasionado de los autos y de la competición y tiene dos héroes. Dos personajes que lo inspiran, cada uno a su modo. Por un lado, Oreste Berta, el Mago de Alta Gracia. El conocido preparador y desarrollador de mecánicas, prócer del automovilismo deportivo local, fascina al joven Cereijo por su determinación, ingenio, maestría y humildad. Por otro lado, otro santafesino como l, Horacio Pagani, constructor de superautos de clase mundial, que trasciende las fronteras de Latinoamérica y demuestra como con voluntad y trabajo logra plasmar en su autos artesanales arte e ingeniería. Ambos von a confluir en el trabajo de Alan.

Nuestro joven estudiante llama a lo de Berta pero no lo atienden. Prueba una y otra vez hasta el cansancio. se acerca a los talleres de Berta, con el sueño de conocerlo, mostrarle sus dibujos, sus creaciones. Querría trabajar con el Mago en su taller, para aprender “del más groso”. Varias veces deja agarrado contra el  portón de acceso a la “fortaleza” de Berta un folio plástico colgado con precintos, con su portfolio adentro. Espera que Don Oreste lo vea, y que, por lo menos, lo salude. NO deja una, si no tres veces sendas copias de su trabajo y nada. No hay repuesta tampoco.

Hasta que un día encuentra en la puerta del taller a uno de los empleados de Berta y le deja en mano una nueva carpeta con sus creaciones. Espera que al menos, suene su celular y que Berta lo salude. Pero nada.

Alan estaba de visita en su pueblo cuando ve que tiene una llamada perdida, con característica de Córdoba. Al momento le entra un mensaje de texto diciendo “Hola Alan, soy Oreste Berta y quería saludarte”. Era el 23 de Mayo de 2016. Alan se acuerda hasta la hora, me lo cuenta emocionado. Al principio pensó que era una broma de sus amigos cordobesas, a sabiendas de su devoción por el Mago. Le devuelve la llamada y efectivamente era el mismismo Berta al teléfono.

No fue hasta diciembre de ese mismo año que Alana Cereijo pudo conocer a su ídolo máximo. Comenzó a frecuentar el taller de Alta Gracia para ayudar como aprendiz e hizo buenas migas con Orestito, el hijo de Berta, que también trabaja en La Fortaleza.  La casualidad llego cuando Alan había hecho un modelo a escala de una bicicleta, y se la mostró a Orestito. La reacción fu inmediata: “Tenes que hacer una miniatura del Torino de Nurbürgring que tenemos guardado acá”. Cual Torino de Nurbürgring, se asombró Alan.

No se trata de uno de los tres Torinos originales que participaron de las 84 horas de Nurbürgring, en Alemania, en 1969, y que se mitificaron en el imaginario fierrero argento. Era una réplica actual, no precisa, pero si funcional y hecha a conciencia, del Torino número 3, y que fuera usado en 2015 en las Mil Millas Sport que se corren en la Patagonia. Un lujito que se dieron juntos dos conocidos de larga data, que no son nada menos que Oreste Berta y Horacio Pagani. Todo indicaba que ese auto seria la nueva criatura a la cual Alan le daría forma en los próximos años.

Le preguntamos al modelista, que hoy tiene 22 años, por la escala del Torino. Fue pensaba en función del largo total del auto, del tamaño final de la miniatura, y 1/6 termino siendo la reducción elegida por Alan.

Midió el auto minuciosamente. Saco fotos, hizo croquis, le tomo las huellas de los neumáticos.  Comenzó a realizarlo en MDF, madera y aluminio. Con torno, limas, lijas y mucho pero mucho ojo y habilidad manual, cada detalle del Torino de Alan sorprende por su esmero. A los que nos gustan las maquetas, y más aun los que construimos maquetas como fue mi caso, tanto como modelista como cuando estudie arquitectura, no podemos no sorprendernos con el nivel de resolución e inventiva de nuestro entrevistado. Las suspensiones los frenos, el motor. Las partes de la carrocería. Todo es una pequeña obra de ingeniería del modelismo. ¡Acá hay mucha pasión y determinación!

Alan eligió el MDF porque es bien manipulable, no requiere tanto esfuerzo para su limado y lijado, es relativamente liviano, y además es económico como materia prima.  Piezas que requieren más resistencia, como las manijas exteriores y algunos detalles más, son de madera de pino, que permiten un tallado más finito y para ciertos elementos puntales como el volante y el tablero, recurre al cedro, para dar un acabado fiel al material real. Algunas partes de la suspensión llevan aluminio, y Alan ya está trabajando en el reemplazo del material del techo del auto por fibra de vidrio que permite secciones menores, y con un peso inferior. Las ganas de resolver lo llevan a mirar y probar nuevas soluciones constructivas que toleren la escala, no condicionen tanto el peso y mantengan el costo razonablemente. Pero, sin dudas el mayor valor del auto está en las manos que lo ejecutan, con muchísima dedicación y talento.

Todo está en la cabeza de Alan. El diorama que rodeará al Torino, es una representación del taller de Berta con una situación que permitirá apreciar, de manera casual pero muy pensada, el interior del auto, la suspensión delantera y el motor, todos detallados al máximo posible por las hábiles manos de este joven santafesino.

El proyecto está en marcha. Algunas cosas pueden ir cambiando a medida que su autor las va materializando y resolviendo. Pero más allá de los pormenores, el trabajo de Alan Cereijo nos resultó extremadamente interesante. No solo por su habilidad para observar, planificar y realizarlas, si no por su dedicación, su determinación y visión.

Podes seguir el avance del Torino en escala que está fabricando Alan en su página personal de Facebook así como en su Instagram.

Por Christian Kleinberg

Periodista y Arquitecto, escribo en Motorweb Argentina desde el 2009, año en que cree este sitio. Me fascinan los autos y todas sus derivaciones con 2, 4 o 6 ruedas. Soy de Buenos Aires, pero tambien viví en otros lugares del planeta. Entusiasta de los viajes, de los autitos en escala, de los clásicos y del buen diseño.

Deja una respuesta