Fabricado durante nada menos que 16 años, precisamente entre 1973 y 1989, la Serie G del Porsche 911 se ha convertido en un ícono que se ha vuelto inoxidable, aunque eso no está directamente ligado a que desde 1975 su carrocería se construyo con chapas galvanizadas. Si bien eso lo convierta en un auto para la eternidad, también se ha vuelto un clásico por su diseño definido e icónico. 

La Serie G 911 salió al mercado en septiembre de 1973. Estéticamente se destacaba por unos paragolpes plásticos mucho más voluminosos que en la serie previa, y característicos por unos acordeones distintivos en los laterales. Estos podían soportar pequeños golpes de estacionamiento sin sufrir daños hasta una velocidad de hasta 8 km/h. Además incorporaban las luces intermitentes en su interior. 

La nueva generación se presentaba claramente como un auto de los años 70. La parte trasera apenas cambiaba, pero el nuevo paragolpes con acordeón, junto con un reflector rojo con el logotipo de Porsche situado entre las luces traseras, crearon una apariencia completamente nueva y significativamente más moderna. El nuevo modelo también se benefició de un sistema de escape completamente renovado.

Porsche 911 Serie G: Un clásico inoxidable

En el interior, el estilo recibió contornos más definidos. Los asientos deportivos con reposacabezas integrados, se han vuelto comunes en la actualidad, pero en el 911 fueron utilizados por primera vez en 1973. También fueron estrenadas las tapas para los compartimentos de las puertas, que se convertirían en una característica reconocida de Porsche. El volante y los comandos también lucían renovados. 

La serie G adoptó el motor de seis cilindros del Carrera RS 2.7. Fue suprimida la denominación E y el nuevo modelo básico pasó a llamarse simplemente ‘911’. Desarrollaba una potencia de 150 CV, mientras que el 911 S producía 175 CV. Ambas versiones estaban equipadas con una nuevo sistema de inyección K-Jetronic, de Bosch. Obviamente su refrigeración era por aire. 

El modelo estrella seguía siendo el 911 Carrera, con 210 CV. Incorporaba el motor del Carrera RS 2.7 y, por tanto, siguió utilizando la inyección mecánica de nafta. Lograba una velocidad máxima de 240 km/h, además ofrecía un ancho trasero 42 milímetros superior con respecto a los modelos menos potentes. La caja de cambios de cuatro velocidades era de serie, mientras que otra de cinco velocidades estaba disponible como opción. El modelo básico y el 911 S también podían ser pedidos con una caja de cambios Sportomatic de cuatro velocidades, pero era vendido en cantidades muy reducidas.

Serie G: Sus versiones más picantes

La Serie G llevaba aproximadamente un año en el mercado cuando Porsche presentó en el Salón del Automóvil de París, en el tercer semestre de 1974, el auto de serie más potente de su historia: el 930 Turbo. En efecto, Porsche tomó el motor base del Carrera RS 3.0 y lo equipó con un turbocompresor. El resultado fue extraordinario y provocó que las pulsaciones se aceleraran al volante del ‘Turbo’ hasta límites donde nunca habían llegado antes.

Sin embargo, no era tanto el hecho de que el deportivo pudiera alcanzar fácilmente una velocidad de 250 km/h y acelerar de 0 a 100 km/h en solo 5,5 segundos. El detalle estaba en la forma en que el motor turboalimentado entregaba su potencia al suelo, con un empuje intenso. Tal es así que se convirtió además en un auto de respeto, de esos que toman la definición de «manejo dificil». Eso potenció su espíritu de leyenda. 

Con el 930, Porsche fue el primer fabricante que combinó un turbocompresor KKK con una inyección K-Jetronic, de Bosch. La turbina y el compresor tenían un eje común y, por tanto, la turbina funcionaba como un motor para el compresor del aire de admisión. Con una presión de hasta 0,8 bares, impulsaba hacia las cámaras el oxígeno necesario para la combustión. Para aumentar su durabilidad y eficacia, las válvulas de escape fueron rellenadas con sodio refrigerante, mientras que el 911 Turbo fue equipado incluso con dos bombas de combustible, de modo que el suministro estaba garantizado, incluso en situaciones extremas, por ejemplo en la pista.

El 911 de la Serie G es en la actualidad uno de los Porsche más buscados como clásico, debido a su alta calidad de construcción, durabilidad, pero a la vez simpleza. Se trata de un auto relativamente actual, construido para durar, y que garantizará sonrisas al conducir. 

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Por René Villegas

Periodista y fanático de los autos y el automovilismo desde que tengo uso de razón. Colaboré en las revistas Auto Plus y Parabrisas, y desde 2019 edito Motorweb Argentina.

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