Es probable que si transitás por Buenos Aires alguna vez te hayas cruzado con uno de los pocos Chrysler Crossfire que se vendieron en Argentina. Se trata de un auto que no pasa desapercibido por su peculiar diseño, pero que su origen tiene mucho para contar. Debajo de su piel se esconde un Mercedes-Benz, producido en Alemania por un carrocero particular. ¿Un futuro clásico, o preferible olvidarlo?

Si nos situamos a inicios del siglo XXI tendremos que recordar el furor de los autos coupé convertibles, como el Peugeot 206 CC, de alguna forma inspirado en el Mercedes-Benz SLK de 1996 (conocido bajo el código R170), y nacido como una reencarnación moderna del Mercedes 190 SL, de 1959. Esa primera generación del SLK era producida por el carrocero Karmann, en Alemania. 

Su elevado costo de producción, sumado a una calidad para nada sobresaliente, hicieron de este Mercedes un auto muy deseado y bonito, pero nada rentable para la marca. En 2004 sería reemplazado por una nueva generación, que contaba con muchas mejorasm junto a un desarrollo mucho más avanzado. 

Chrysler Crossfire: tan alemán como americano

Por ese entonces el grupo Daimler, que operaba a las marcas Mercedes-Benz y aquellas del grupo Chrysler, se le ocurrió una idea. Utilizar los componentes del SLK de Mercedes, aún en producción, para un modelo de de una marca americana, precisamente de Chysler. Así nació el Crossfire. Entre fines de 2003 y 2004, de la fábrica de Karmann en Alemania, salieron conjuntamente tanto SLK como Crossfire. 

El diseño estaba inspirado en el Crossfire Concept del 2001, un coupé de dos plazas con un curioso remate trasero redondeado, de solo 4,05 metros de largo. En realidad su estilo estaba ciertamente basado en algunos modelos de la década del cuarenta o cincuenta, y en cierta forma era el reemplazo del Plymounth Prowler, en este casi sí un verdadero futuro clásico.

Incluso en el Concept se destacaba un parabrisas curvado, similar al de los modelos americanos de los cincuenta. Finalmente eso no llegó a la producción, aunque los de serie contaron un marco de parabrisas realizado en símil aluminio anodizado, que trataba de imitar esta idea.

Así lucía el Crossfire Roadster. Su techo era de lona.

Para la época contaba con imponentes llantas, de dieciocho pulgadas en el eje delantero y de diecinueve en el trasero. Con todo este combo era innegable que se veía algo desproporcionado, debido a sus voladizos cortos, ruedas grandes y remate trasero poco convencional. 

Un Mercedes-Benz vestido de Chrysler

Para el momento de su lanzamiento se anunció que el 89% de los componentes del Crossfire eran de origen Mercedes-Benz. Incluso el interior compartía decenas de piezas con el SLK, incluyendo las butacas, el climatizador, la radio. Claro que su estilo exterior era completamente diferente. 

La idea de Chrysler era comercializar el Crossfire principalmente en Estados Unidos, pero a su vez imponer a la marca en Europa. Desde el vamos producir un auto con alto costo de fabricación, producido en Alemania por un tercero, y para exportar a Estados Unidos gran parte de la producción no parece una buena idea. Y el desenlace no podía haber sido otro: el fracaso.

Mecánicamente el Crossfire montaba de serie un motor V6 de origen Mercedes, el mismo de la SLK 320. Con tres válvulas por cilindro, desarrollaba una potencia de 218 caballos de fuerza, con una velocidad máxima de 242 km/h y una aceleración de cero a cien km/h en 6,9 segundos. Con tracción trasera, estaba equipado con transmisión manual o automática de cinco marchas. 

En lo que al chasis se refiere, en su momento se anunciaba que solo los frenos contaban con tamaño superior. El resto de los componentes eran semejantes a los del Mercedes. Sin embargo la puesta a punto del chasis fue puesta más al gusto americano, con una suspensión más blanda y confortable.

Chrysler Crossfire: con desenlace esperable

Para los Estados Unidos se destinó aproximadamente el 85% de la producción. En Europa y mercados como el argentino su precio era elevado, motivo por el que su nivel de ventas fue muy limitado.

La variante deportiva, conocida como SRT6, con 335 CV.

En los años siguientes aparecieron la variante Roadster, con techo de lona (que reducía ciertamente el costo de producción con respecto a un techo duro retráctil). Finalmente una versión deportiva, denominada SRT6, incorporó un motor con compresor volumétrico, capaz de rendir 335 caballos de fuerza. 

La producción del Crossfire llegó a 2007, momento en el que se discontinuó. Muchos creemos que fue un fracaso, pero si vamos a la realidad de su concepción, no se trató de un auto concebido como para ser una referencia de ventas. Probablemente haya sido un gran proyecto, sin grandes desarrollos para su producción, y sobre lo mejor disponible por entonces. Si lo vemos así, el Crossfire puede llegar a ser uno de esos autos que tienen más valor de lo que cuestan. 

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Por René Villegas

Periodista y fanático de los autos y el automovilismo desde que tengo uso de razón. Colaboré en las revistas Auto Plus y Parabrisas, y desde 2019 edito Motorweb Argentina.

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