Pocos autos como la versión Williams del popular Renault Clio han despertado pasiones y creado un autentico mito automovilístico popular a mediados de los años noventa. Gracias a nuestros amigos de Targa Florio, que nos acercaron una impoluta unidad del «Willy» para nuestra sección «Mitos», repasamos un poco la historia del modelo, sus virtudes y particularidades, acompañado de muy buenas imágenes por nuestro fotógrafo estrella, Martin Lübel.
Cuando apareció en nuestro país allá por mediados de 1994, el Clio Williams era algo así como un pequeño y furioso «supercar compacto», lejano a todos los paradigmas que conocíamos por aquí. Una especie de caricatura muy seria de un auto común del segmento B, solo que acompañado de una carrocería ensanchada, un capot abultado, un motor tan grande para el modelo que ni se le entraba el compresor de aire acondicionado en el vano motor, y sus inefables llantas doradas.
A inicios de los 90’s, en plena época del «uno a uno», los autos importados inundaban el mercado argentino, dotándonos de alucinantes perlitas de todas las marcas y presupuestos. Y la marca Renault, en ese entonces bajo la tutela de la empresa CIADEA, lanzaba al mercado esta especial versión del Clio.
Esta edición Williams, fue creada en 1993 en Francia para poder homologar el auto para uso en competencias de Rally, y de paso, festejar los éxitos de la dupla Williams-Renault en la Formula Uno. En realidad fue una notable operación de marketing, que vinculó el ideal del constructor de Formula Uno Frank Williams con un pequeño auto del segmento B que necesitaba homologarse para el campeonato de rally francés.
Para ese rally, las reglas demandaban que se usara un auto de serie, con una tirada de al menos 500 unidades construidas y comercializadas regularmente. Basado en la variante deportiva de 3 puertas del Clio, el «16 válvulas» (que nunca conocimos aquí), el Clio Williams pasó del motor 1.8 de 140cv (F7P) que equipaba al Clio 16 válvulas, a un 2 litros de 150 caballos de potencia máxima a 6100 rpm (F7R). Eso se logró mediante un aumento de cubicaje, con mejores pistones, bielas, y dos nuevos árboles de levas, a la cabeza y siempre manteniendo las cuatro válvulas por cilindro.
El motor dos litros generaba 150cv de potencia, una cifra alta para la época en el segmento pequeño del Clio. Su par motor, de 178 Nm a 4500 rpm, no deslumbraba, pero ya el 85% del mismo estaba disponible desde las 2.500rpm. La potencia máxima del motor estaba a las 6.100 rpm, pero el corte se encontraba a las 7.500 vueltas, lo cual arrojaba una sonoridad peculiar y ciertamente embriagante para los amantes de la conducción deportiva. El éxito del Clio Williams fue tal, que de las 500 unidades planeadas inicialmente, terminaron construyéndose unas 12.100, entre las tres fases que tuvo esta aclamada versión especial entre 1993 y 1995.
Fue un gran acierto comercial, que dejaba como «ganadores» a todos: A Renault con la comercialización un autito muy deseable -mas allá de enriquecer la imagen de marca-, a Williams como sinónimo de deportividad también en autos de calle, y al publico, que obtenía un producto más que interesante. Lo mas curioso es que el verdadero fabricante de esta «elaboración» del Clio, no eran los talleres de Williams, si no los de Renault Sport Technologies, en el norte de Francia, la misma donde se fabricó el Alpine. Williams solo prestó el nombre para este Clio, ademas de un aura impagable, solo encontrada en un preparador exitoso de Formula Uno.
A nosotros en Argentina nos llegó la segunda fase del Clio Williams, ya como modelo 1995, y con algunas actualizaciones estéticas menores como recibió toda la gama Clio para ese entonces. Apareció por primera vez frente al publico en la Exposición de Ganadería e Industria de La Rural de Palermo, en Agosto del ’94, para comenzar a venderse localmente en Noviembre de ese mismo año por unos 29.800 Dólares/Pesos de la época. Incluso supo oficiar de SAFETY CAR en el Gran Premio de Fórmula Uno de la República Argentina a inicios de 1995, que tuvo lugar en el autódromo de la ciudad de Buenos Aires, el Galvez. Pocas veces un auto del segmento B tuvo un preámbulo tan rimbombante como el caso del Clio de primera generación.
El pequeño bólido era toda una novedad para esa época en nuestro país. Pequeño y compacto, pero dotado de un motor grande y potente, iba acompañado de un suspensión bien deportiva, con un andar rígido y áspero. De andar trabado en ciudad, no era amigo de las calles argentinas, pero puesto sobre el asfalto idóneo, era y es diversión asegurada.
Sus llamativas llantas Speedline de 15 pulgadas de color dorado fueron conflictivas en su momento por su vistoso color, pero pasaron a ser, justamente por su originalidad, el sello más reconocible del Williams. Como sutileza en la llanta, podemos apreciar el borde pulido brillante en contrate con la pintura dorada. La medida de neumáticos originales es de 185/55.
Entre otras características de esta versión, estaban los emblemas laterales con el sello de Williams, el constructor de Fórmula Uno con quien Renault venía cosechando éxitos en la «Máxima Categoría» del automovilismo. Sobrio en su decoración exterior -si dejamos de lado las llantas- su aspecto se imponía con fuerza gracias a un color azul específico y su carrocería de pasaruedas ensanchados.
De hecho, las trochas del «Willy» eran más ancha que las del Clio común, que por ese entonces era el 1.4 RT, con motor «Energy» que también llegaba importado de Francia previo al lanzamiento de la versión fabricada en Córdoba a finales de 1995. Completaba el aspecto rabioso un capot específico con una protuberancia asimétrica sobre le lado derecho que remataba en una toma de aire.
En el interior, la caracterización era mas amplia, y tomaba forma con butacas deportivas con tapizado especial, que incluía el anagrama de Williams, alfombras azules con bordados en dorado, fondos de los relojes del tablero en tono azulino y, por sobre la consola central, incorporaba como distintivo tres relojes redondos que indican el nivel, la presión y la temperatura del aceite del motor.
Completaba con volante y pomo de cambios deportivos con cuero micro-perforado y cinturones de seguridad con cinta en color azul.
Para manejar la potencia extra respecto a un Clio común y corriente, el Williams llevaba frenos a disco en las cuatro ruedas (delanteros ventilados), y un nuevo sub-chasis en el tren delantero para recibir nuevos amortiguadores y resortes de suspensión, así como la barra anti-rolido. Esta edición especial del Clio podría acelerar de 0 a 100 km/h, según datos de fabrica, en menos de 8 segundos, logrando una velocidad máxima de 215 km/h.
Claro, no suenan a cifras escalofriantes hoy día, pero a inicios de los 90’s, mientras CIADEA-Renault estaba a pleno localmente con los Renault 19 y 21 como sus máximos exponentes de la industria nacional, este pequeño Williams era todo un bólido, un autentico «HOT HATCH» que despertaba suspiros entre la fauna fierrera local.
La unidad que retratamos para esta nota, es del año 1995 y pertenece a Pablo, quien con solo 85.000 kilómetros en el odómetro atesora esta verdadera pieza de colección, muy codiciada por los fanáticos del Rombo en nuestro país.
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