Estoy en Chile. El Citroën C4 es francés, el Toyota Corolla es japonés, el Honda Civic es canadiense, el Fiat Punto es italiano y el Chevrolet Vectra GT acá es un Opel Astra alemán. La Toyota Hilux viene de Tailandia y el VW Golf (si, la quinta generación, como corresponde) de Alemania.  Por qué, me pregunté enseguida,  no aprovechan que a estos modelos los fabrican en los países vecinos? Y me fui a la búsqueda de respuestas.
Después de entrevistarme con funcionarios de varias marcas, todos coincidían en lo mismo: menor calidad que su versión “original”, precio más alto incluso produciéndose localmente e incapacidad de sostener la demanda de unidades, caracterizan a las terminales Mercosur.
Todos más o menos expresaron lo mismo, con cuidado de no ofenderme al oírlo, dado  mi acento argentino. Igual el meta mensaje era clarito. ”Tranquilos”, les decía yo, muchos en Argentina ya nos dimos cuenta que nuestro país no es un lugar idóneo para los amantes de los autos. No tenemos la mejora relación precio-producto.  Pero claro, no todo lo que reluce es oro aquí. Nosotros nos quejamos de que tenemos autos sub-equipados en términos de seguridad y que la calidad percibida y los detalles de equipamiento originales de un auto europeo u oriental son las primeras víctimas de las fabricas argentinas o brasileñas. Bueno, ellos acá tienen su propio “Mercosur”, pero viene de China y es más extremo. Hay más de media docena de marcas que fabrican de las cosas más variadas que uno se pueda imaginar. Mas allá de una o dos principales como Chery o SAIC, que son las dos más grandes de ese futuro país del automóvil que sin dudas será China, hay una miríada de marcas desconocidas que hacen autos extraños. Autos que llevan en su silueta, en sus líneas, el ADN de algún otro que ya hemos visto anteriormente en otro lado, es como un collage de rasgos automovilísticos. BYD auto, Changan, DFM, Geely, Great Wall, Hafei, Jac Moors, Jinbei, Lifan, MG, SMA, Zotye, ZX Auto. Me subí a unos cuantos y acá es donde se me pasó un poquito mi fascinación por lo chino. A Chery y a SAIC aun las banco porque he visto y notado en carne propia como en estos últimos años van mejorando el producto en distintos aspectos. Desde las primeras Chery Tiggo que me tocó manejar y probar allá por el 2006/2007 cuando aún era un proyecto industrial en estudio, a hoy, han hecho grandes progresos, no solo dejando de copiar otras marcas, tal vez la faceta por la cual mas se dieron a conocer las automotrices chinas en la escena mundial, si no mejorando la calidad lentamente, el equipamiento y en breve, las motorizaciones. Claro, no es Europa, pero no olvidemos que Europa lleva más de 100 años desarrollando e inventando automóviles. Bueno, el resto de las marcas chinas son bastante más austeras y precarias, por no decir lisa y llanamente berretas, y lo que producen y vi yo estos días no me pareció muy seguro o durable. No se espera lo mismo de una tostadora, un DVD o un autito a control remoto que de un automóvil en el cual uno lleva a la familia y se espera usarlo 50, 100 o 150.000km. Chery es tal vez la más avanzada de todas las marcas y la que más se acerca a lo que era un producto coreano hace 15 años atrás. Miren que producen los coreanos hoy y sabrán que hará China en 5 u 8 años más. Encima, los chinos crecen y aprenden muy rápido, con lo cual estimo llegaran más rápidos que otros al umbral del producto de óptima calidad.
Conversando, investigando, llego a la conclusión que el chileno en términos automotrices la tiene muy clara. Sabe comprar calidad cuando la puede pagar y si no va al extremo opuesto, se compra el auto muy económico de origen Chino, sin mayores expectativas mas que solucionar la movilidad ya con un 0km, la mayoría de las veces financiado. Acá no hablamos de supermarcas, ni de Premium, hablamos de autos familiares para la franja económica del medio. De 15 a 25.000 dólares. Claro, muchos pensarán en que la culpa la tiene el Estado argentino por la abultada carga impositiva con la cual “remarca” a los autos, cerca del 50%, y ni hablar de los importados extrazona (llámese Estados Unidos, Europa, Japón o Corea) que además sufren un 35% extra. Acá no es así, solo tributan el 19% de IVA y un 1 a 3% en concepto de nacionalización. La importación es libre y además de las importadoras y distribuidores oficiales, si uno quisiera importase un auto especial a voluntad, es libre de hacerlo sin pagar impuestos usureros.
Entonces, volviendo al título del artículo, de que sirve el Mercosur si mínimamente no nos ofrece vehículos competitivos o a precio razonable por ser de factura local? Dejemos de lado por un momento que en Argentina y Brasil hay una docena de fábricas de automóviles (dejemos a los camiones y utilitarios livianos afuera por un instante) que le dan empleo a muchos miles de ciudadanos. Eso, queriendo, se podría reconvertir a otras especialidades, también automotrices, y no perder esos puestos de trabajo que tanta falta hacen. Vayamos mas allá con este análisis. Está más que claro que a esta altura los volúmenes que fabrica el Mercosur no son los óptimos para hacer el recambio generacional cuando le corresponde a un modelo de auto producido aquí. Por qué? Porque si así lo fuera, quien no querría mejorar y sacarle una feta aun mayor al mercado con una versión más nueva del propio producto? Somos retro acaso? Tan clasicistas que nos aferramos a modelos de hace una década atrás y no los queremos dejar ir? Es simple: o los modelos aun no dieron la rentabilidad esperada después de tantos años de producción local, o las automotrices pretenden ganar mucho más de lo que hacen en el primer mundo, estirando al infinito la duración de la producción. Me inclino por la primera, con lo cual me sirve para justificar lo que les voy a  contar: para mí el Mercosur en términos de fabricación de automóviles, no sirve. Simplemente porque no da el tiempo para producir lo necesario para amortizar y recambiar el modelo cuando corresponde. El auto es un medio de transporte pero también es un objeto de consumo. Cada vez mas lindos, a la moda, cada vez más con mas chiches, mas potencia, o más eficientes, o menos contaminantes. Cada año sale algo nuevo que es mas lindo aun y lo queremos, es la receta del consumo, funciona así, no es secreto. Con lo cual, los autos del Mercosur, si encima de ser más caros, sufrir más impuestos, son más antiguos, hay algo en la formula que no está funcionando. Tal vez le funcione a las automotrices, que son pocas. No creo que sea lo idóneo para el consumidor, que somos muchos más en cantidad.
Se debería reconvertir a la industria automotriz en especialista en vehículos comerciales, furgones, camiones, tractores, maquinas viales, maquinas rurales, acoplados. Todo eso también es industria automotriz. Se mantendrían los puestos de trabajos de las terminales y la gran mayoría de proveedores, se crearían otros nuevos, y se podría enviar utilitarios a todo el mundo. Y dejar los autos para los que mejor le sale producirlos, modernos, actuales, de la mejor calidad y seguridad posible y a precios internacionales convenientes. Se podría hacer del Cono Sur un Polo productor especialista de esos utilitarios y lograr de nuestros gobiernos una quita impositiva, a favor del consumidor, a cambio de una buena rentabilidad por los vehículos utilitarios exportados. Es importante recalcar que el proteccionismo, es bueno hasta cierto punto, y mas allá de este, crea atraso, no progreso. Y el progreso debe ser para todos, no para quienes puedan comprar un auto generalista importado como si se tratase de un auto Premium. Estas cosas, también, nos acercan más al tercer mundo que al primero. Es un tema complejo en cual entran una serie de facetas que van mucho mas allá de los autos y el gusto por ellos. Cuestiones macroeconómicas, políticas sociales y humores políticos terminan decidiendo si nosotros recibimos el mismo auto con 2 o 6 airbags, si tiene un motor eficiente o si lleva ganchos Isofix.
Les dejo unos datos para reflexionar, unos ejemplos de precios al público:
Un Toyota Corolla 1,8 GLi AT, el más completo de la gama ofrecido en Chile, hecho en Japón, cuesta 23.000 dólares. El mismo, llamado SEG, pero de fabricación brasileña, llega a nuestros concesionarios a 28.200 Dólares. Si al chileno le sacamos el 22% de impuestos, quedaría en 17.950; si hacemos lo mismo con “el argentino”, quedaría en USD 14.200.
Un Chevrolet Astra 1,8-16v 5 puertas (140cv) alemán, cuesta aquí 20.700 USD, cuando la versión brasileña, el Vectra GT, que con su voraz motor 2,4 de magros 145cv, vale 22.000 USD. Descontemos calidad de los interiores, equipamiento de seguridad disponible y modernidad del motor.
Un Honda Civic Si de 200cv hecho en Canadá (con 6 airbags, techo corredizo, ganchos Isofix), cuesta aquí casi 32.000 dólares. En Argentina, hecho en Brasil, pero sin el equipamiento arriba mencionado, sale más de 34.000.
Un VW Gol Trendline 1,6 Pack III (Brasil) sale 15.500 Dólares en Chile, mientras que en Argentina, el mismo, 16.100, solo que no trae frenos ABS. El tema de los impuestos queda claro aqui.
Las comparaciones son odiosas, dicen, pero para mí sirven para establecer estándares y no hay nada que hagamos en la vida, que no lleve una mínima comparación. Tomates cherry o de quinta? Café con leche o cortado? Irme a dormir o seguir mirando tele? Todo termina decantándose cuando uno debe elegir algo. Mucho más cuando uno compra un vehículo.
Cuando vuelva de mis vacaciones, muchas más reflexiones, fotos y datos del mercado automotriz chileno. Acá nomas, pero a un mundo de distancia

Por Christian Kleinberg

Periodista y Arquitecto, escribo en Motorweb Argentina desde el 2009, año en que cree este sitio. Me fascinan los autos y todas sus derivaciones con 2, 4 o 6 ruedas. Soy de Buenos Aires, pero tambien viví en otros lugares del planeta. Entusiasta de los viajes, de los autitos en escala, de los clásicos y del buen diseño.

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